En la jornada 5 de la Adecco Oro se cruzarán los caminos de Leyma
Basquet Coruña y Ribeira Sacra Breogán. Tendremos, por tanto, el primer derbi
regional de la temporada. El Breo parte como claro favorito pues, además de
jugar en su feudo, llega a la quinta jornada como líder invicto, ya que
contabiliza todos sus partidos por victorias. Pero no olvidemos que el Basquet
Coruña se llevó los dos choques que enfrentaron a ambos equipos la pasada
temporada.
Echemos un vistazo a la plantilla del equipo celeste:
Dani López. Base. 1,88 m. 32 años. Uno de los
veteranos del equipo y timón de la nave celeste. En sus mejores años era un
jugador muy físico para la posición de uno, buen defensor e incisivo en ataque.
Pero esa época ya ha pasado, Dani ha perdido explosividad en su juego, aunque ha
ganado en oficio.
Adrián Chapela. Base. 1,92 m. 20 años. El “niño mimado”
(lo digo con el mayor cariño, no en tono despectivo) del baloncesto lucense no
acaba de desarrollar todas las facultades que lo llevaron a ser un asiduo de
las convocatorias de las categorías inferiores de la selección española. Poco a
poco ha ido ganándose oportunidades pero parece que le falta un poco de
autoestima para consolidarse en la categoría.
Álex Llorca. Escolta. 1,92 m. 25 años. Estrella del
equipo y, si mantiene el nivel mostrado hasta ahora, de la competición. Muchos
nos preguntamos por qué no está en ACB. Jugador muy completo y desequilibrante: anota,
defiende, asiste, rebotea…
Álex López. Escolta. 1,89 m. 23 años. “Hijo
adoptivo” de la grada lucense. Buen defensor, se ganó el afecto del respetable
con su entrega y compromiso. Una lesión en la mano le impedirá jugar, con toda
probabilidad, el partido del sábado.
Osvaldas Matulionis. Alero. 2,00 m. 23 años. Ya demostró en
Lleida su nivel. Muy versátil y con variedad de recursos en ataque, es un buen
anotador que destaca sobre todo por su solvencia en el tiro de tres puntos,
como demuestra su serie de cinco triples de cinco intentos en el partido de la
jornada pasada disputado en Navarra.
Justas Tamulis. Alero. 1,94 m. 20 años. Escasa
participación. El joven alero lituano aún no le ha cogido el pulso al
baloncesto español. Necesita tiempo para mostrar su buena mano y que es un
jugador muy vertical que sabe generarse sus propios tiros. Tras cuatro jornadas
de liga acumula una valoración de ocho puntos negativos. La ausencia de Álex
López podría valerle para tener más minutos sobre el parqué.
Brandon Edwards. Ala pívot. 1,98 m. 23 años. Pequeño para
jugar de cuatro, es un jugador explosivo, que corre muy bien la pista y que no
tiene ningún tipo de contemplaciones cuando tiene el balón cerca del aro.
Además posee una buena mano, lo que le convierte en un peligro en las jugadas
de pick and pop. En defensa es fuerte y aguerrido. Trabaja bien el rebote,
sobre todo en la zona de ataque. Aún no ha mostrado su mejor nivel en Lugo.
Kevin Van Wijk. Ala pívot. 2,03 m. 25 años. Es un jugador duro, buen reboteador y con una muñeca más que
aceptable. Lesionado para varias jornadas, no estará frente a un Basquet Coruña
al que ya hizo daño el pasado curso, cuando defendía la camiseta del Unión
Financiera Oviedo.
Christopher Mortellaro. Pívot. 2,07 m. 32 años. Un currante de
este negocio. Jugador de equipo que no destaca en ninguna faceta pero que siempre
cumple con solvencia. Llegó para cubrir la baja por lesión de Samb, ahora ocupa el vacío dejado por Van Wijk. Con su profesionalidad se está ganando un contrato garantizado para toda la temporada.
Kenny Lawson. Pívot. 2,05 m. 26 años. Brazos largos para taponar. Puede atacar
de fuera hacia adentro y también de espaldas al aro, solventando con tiro en
suspensión o gancho de derecha. También se prodiga desde el triple. Como sucede
con Edwards, necesitará aún unos cuantos partidos para adaptarse a la
competición.
Mamadou Samb. Pívot. 2,10 m. 24 años. Techo del
equipo. Con experiencia en ACB (Granada, Bilbao) ha decidido dar un paso atrás
para recuperar sensaciones y volver a sentirse importante. Señalado como el
heredero de Diouf, ha empezado fuera de forma. Envergadura y buena mano de
media distancia, sus mejores armas.
En el banquillo, Lisardo
Gómez, un hombre de la casa que ha devuelto la ilusión a una afición
acostumbrada a que su equipo transite por la zona noble de la tabla y que este
año aspira a pelear por el ascenso.
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